El Castillo, era una antigua fortaleza construido en la Baja Edad Media, concebido como atalaya de vigilancia en una época de reconquista y sus “guardias” en zona fronteriza parecen estar en el origen de su denominación.
El término de “Las Guardas”, abarcaba los servicios de vigilancia que se ponían para proteger al pueblo. Se libraban cantidades para pagar las “guardas escuchas y atajadores de a caballo y a pie que Sevilla mandó poner en servicio del Rey” en la frontera para proteger la tierra.
Su emplazamiento, denota el carácter defensivo, en el cerro detrás de la Iglesia y es el resultado de un complejo sistema defensivo y la importancia militar que ostentó El Castillo de las Guardas, durante la baja Edad Media.
Fue destrozado por las tropas napoleónicas y actualmente, quedan las ruinas del Torreón del antiguo castillo musulmán que se encuentra en la zona más alta del casco urbano. Dada la naturaleza del terreno, formando líneas concéntricas escalonadas en profundidad, servía de enlace a defensas periféricas en las cercanías de la capital.
Tras la reconquista de estos territorios por Fernando III, El Castillo de las Guardas, se convierte en un municipio dependiente de la ciudad de Sevilla, controlando desde su situación estratégica las posibles incursiones enemigas.
Será en el siglo XVII, en época de Carlos II, cuando el pueblo alcance su independencia, otorgándose por orden real, la categoría jurídica de villa.
Se encuentra bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, sobre protección de los castillos españoles y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
A lo largo de la historia, el Río Guadiamar, ha sido testigo mudo del paso del tiempo por El Castillo de las Guardas, ha favorecido el asentamiento de diferentes culturas, como lo atestiguan los numerosos yacimientos prehistóricos encontrados en el municipio.