A lo largo de la historia, el Río Guadiamar, ha favorecido el asentamiento de diferentes culturas, como lo evidencia los numerosos yacimientos prehistóricos encontrados en el municipio. Innumerables dólmenes, cistas y túmulos, se conservan en los alrededores, mostrando el paso de la cultura megalítica por el municipio. Destaca la “Sepultura del Moro”, con cámara rectangular y de gran tamaño, o las encontradas en el Cerro de San Antonio Abad.
Las riquezas minerales del lugar han sido explotadas desde tiempos tartesios, pero fueron los fenicios y los romanos, quienes heredaron esta tradición minera, convirtiéndola en el centro esencial de la economía de la comarca.
Durante el dominio árabe, El Castillo de las Guardas, se produjo un cambio importante, bajo el nombre de Al-Muniat, desarrolló una fructífera ciudad gracias a la restauración de la antigua fortificación castrense de los romanos, llegando a albergar cementerio, mezquita, baños y otras instalaciones islámicas y sobresaliendo como emplazamiento estratégico. El Torreón del castillo, concebido como atalaya de vigilancia en una época de reconquistas y sus “guardias” en zona fronteriza parecen estar en el origen de su denominación.
Tras la conquista de estos territorios, por Fernando III, El Castillo de las Guardas, se convierte en municipio dependiente de la ciudad de Sevilla, controlando desde su situación estratégica las posibles incursiones enemigas.
En el Siglo XVII, en época de Carlos II, el municipio alcanzó su independencia, otorgándose, por orden real, la categoría de Villa.
El Río Guadiamar, origen determinante en la cultura e historia de El Castillo de las Guardas, que presenta un marco natural incomparable y de gran potencial para el desarrollo del turismo.